Terminó la época navideña con la festividad de la Luz.

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Escribe:
Marco Tulio Monzón
6 de febrero de 2016

Con nostalgia vemos cómo se termina la época navideña, trasladada hasta la festividad de Candelaria este 2 de febrero. Se escuchan intermitentemente los últimos cohetes que estallan anunciando el final de las “novenas al Niño Dios” que tradicionalmente se rezan en ya no muchas casas de los barrios populares de la ciudad capital.

Con nostalgia regresan a su caja, cuidadosamente envueltos, los pastores, las ovejas, los ángeles, el buey, la mula y los tres reyes. Y esperamos con confianza en el creador, que nuevamente salgan de su retiro, para adornar nuevamente el nacimiento que estará elaborado para mediados del próximo diciembre.

Recordando desde el primer domingo de adviento, cuando la iglesia acostumbra adornar la simbólica corona, pasando por los rezados, las posadas, el día de Guadalupe, los cohetes, los tamales, el olor a pino, manzanilla, y todos esos elementos que conforman nuestra identidad religioso-tradicional, heredada hace muchísimos años del servidor de Dios que vino a Guatemala, con su alforja de nuevas tradiciones, -me refiero al Hermanito Pedro, el Santo de Guatemala- y que entre otras, nos dejó las posadas y los nacimientos.

En Casa Mima, tradicionalmente el 2 de febrero se celebra la clausura de la exposición navideña que este año incluyó miniaturas elaboradas con el motivo de la navidad, nada menos que en Argentina, gracias al apoyo de la Embajadora de dicha república en nuestro país, y a amigos de este Centro Cultural, que aportaron en préstamo sus pequeñas imágenes que nos trasladaron al país del sur, para admirar el arte que allá también se cultiva con este universal motivo.

Este año, el acto incluyó una interesante y amena charla del doctor Aníbal Chajón, que abordó el tema de las festividades que se dan entre Navidad y Candelaria, haciendo un recorrido histórico, espiritual y tradicional, en este lapso que culmina con la fiesta de la luz.  Entre otros temas, tuvo singular atención, el significado de los adornos naturales que se colocan en los nacimientos, los que quizá muchas personas inconscientemente utilizan, pero que en la tradición popular tienen un valor cultural que mueve a tanta ternura respecto a la imagen del Niño Jesús.

La Iglesia de Candelaria, en la Ciudad Capital de Guatemala, es otro punto de atracción este día, en el que se puede apreciar tanto del arte guatemalteco de la escultura que personifica al niño Jesús, que es “presentado” ante la Virgen, y que entre figuras de yeso, marmolina, madera, modernos, antiguos, blanquitos, morenos, negritos… son llevados con fe, en una canasta o caja decorada bellamente.

Así se termina esta época.  Conjugada entre la nostalgia de esperar otro año de festividades y la llegada de la época cuaresmal con su propio cargamento de tradición, que rememora a Jesús víctima, Jesús pasión, Jesús muerte, y ojalá algún día con gran regocijo, Jesús Resurrección.

Vuelven las imágenes al camarín, quedan las figuras en la bodega, esperando volver a ver la luz, y servir de marco para el acontecimiento que dio origen a una renovada fe, a un cúmulo de cultura, de tradiciones y de identidad, conjugada entre la cultura y la espiritualidad.

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