Compilado por:
Lic. Max Araujo
Ex Viceministro de Cultura
Experto en Legislación Cultural
Según un informe elaborado por el Observatorio Vasco de Cultura, (España) ”El uso del término diplomacia cultural es relativamente nuevo dentro de las relaciones internacionales, si bien la estrategia cultural ha formado siempre parte de la diplomacia tradicional.
La cultura se sitúa como una de las principales tarjetas de presentación de muchos países, en su esfuerzo para promocionar una imagen característica que les ayude a conseguir sus otros retos políticos o de posicionamiento internacional. Pero más allá de este aspecto, la diplomacia cultural juega un rol de vital importancia en las actuales relaciones internacionales. Los intercambios culturales permiten conocer y cimentar puntos en común y de acuerdo con otras realidades. De ser considerada como una parte soft de las relaciones internacionales, la diplomacia cultural gana terreno para situarse al mismo nivel que la diplomacia tradicional” (Documento elaborado por Observatorio Vasco de la Cultura ).
Este mismo informe explica que el concepto de diplomacia cultural no es nuevo, pues es tan antiguo como la propia diplomacia. Todos los sistemas políticos han utilizado la cultura y el arte para mostrarse al exterior, e incluso en algún caso, para imponerse. Lo que diferencia la diplomacia cultural de antes y la actual es su objeto de trabajo ante una realidad actual mucho más compleja. La diplomacia cultural debe ocuparse de muchos más asuntos y más variados.
Por ejemplo la diplomacia cultural puede encargarse de parte de la promoción exterior de un país, o bien puede utilizarse como parte de la política de cooperación internacional. El antecedente más claro para entender lo que hoy en día es la diplomacia cultural lo encontramos en el concepto de soft power de Joseph Nye, que desarrolló en dos obras “ Bound to Lead: The Changing Nature of American Power” (1990), y en “Soft Power: The Means to Success in World Politics” (2004). Nye definió el soft power como la capacidad de un Estado de conseguir sus objetivos no a través de amenazas y recompensas económicas, sino a través de la atracción y la persuasión hacia las políticas, la cultura o los ideales del país. El autor analiza los límites que la fuerza militar de los Estados Unidos tiene en relación a sus aliados o potencias menores y cómo el poder blando puede ayudar a superar ciertas barreras.
Así pues, el soft power puede entenderse también a través de la contraposición al hard power, o sea la habilidad coercitiva que utiliza la diplomacia tradicional. La diplomacia cultural también debe entenderse como una práctica muy vinculada a la diplomacia pública. Tal y como la definió el autor noruego Erik Rudeng, la diplomacia pública es aquel conjunto de acciones mediante las cuales los gobiernos se dirigen directamente a la población de otro país.
La diplomacia tradicional, dice este noruego, puede ser descrita como las relaciones que se establecen entre instituciones al más alto nivel; en cambio, la diplomacia pública se encarga de cómo un país se comunica con la ciudadanía de otros Estados. Es por ello que la diplomacia pública basa su fuerza en la atracción. El aumento del peso que la diplomacia pública está experimentando sobre el conjunto de las relaciones internacionales plantea un escenario mundial diferente.
Por otra parte, la reflexión sobre la diplomacia cultural no puede sustraerse de un debate de fondo sobre el concepto de cultura. En el siglo XXI la cultura ya no se entiende de forma unívoca. El concepto actual de cultura se basa en la complejidad y la pluralidad, en el sentido que en las sociedades actuales no hay una única forma de vivir y de entender el hecho cultural.
Es por ello que hay que hacer referencia a la expresiones culturales, a las identidades múltiples, en definitiva a las culturas. Este concepto mutante, diverso, complejo es con el que debe trabajar hoy en día la diplomacia cultural” (Documento elaborado por Observatorio Vasco de la Cultura)
Así pues, la diplomacia cultural, nos dice el Observatorio Vasco de la Cultura, puede definirse “como el conjunto de relaciones que sitúan los valores y los recursos culturales como los elementos centrales para difundir las expresiones culturales de una sociedad o para levantar puentes de diálogo entre personas y pueblos distintos”. (Documento elaborado por Observatorio Vasco de la Cultura)