Compilado por:
Lic. Max Araujo
Ex Viceministro de Cultura
Experto en Legislación Cultural
El mismo texto citado del Observatorio Vasco para la Cultura nos dice que “en el contexto internacional, debido a los cambios sucedidos en la relación de fuerzas desde la Guerra Fría, la diplomacia pública ha ido ganando terreno y, a la par, lo ha hecho la diplomacia cultural. Así, en muchos ámbitos se considera que la diplomacia cultural es fundamental hoy en día.
Si bien es cierto que por el hecho de existir cualquier expresión cultural ya es importante, también lo es que será más fuerte cuanto más reconocimiento tenga por parte de otros. En este contexto, la diplomacia cultural ayuda a ubicar en el mundo, a hacer más presentes a aquellas culturas de dimensión más pequeña. Así, se perfilan dos grandes estrategias para situarse culturalmente en el mundo: la clásica, la que históricamente han adoptado los Estados más grandes y con más recursos y la más actual, basada en aprovechar la conectividad internacional.
Tradicionalmente los Estados han invertido muchos recursos en la promoción del hecho cultural a través del despliegue de los institutos de cultura de promoción exterior (el British Council, los alianzas francesas, el Instituto Cervantes…), dedicados principalmente al estudio de los idiomas y a la difusión de las distintas expresiones culturales. En todos los casos la estrategia política ha consistido en el despliegue de una red de grandes instituciones sobre los distintos territorios en los que se ha querido incidir.
En contraposición, la alternativa actual para los territorios pequeños es aprovechar los recursos existentes y, utilizando sus organizaciones culturales como plataformas de lanzamiento, situarse en el mundo. Se trata de aprovechar acontecimientos con reconocimiento internacional (un festival de cine, un museo) para explicarse y proyectarse hacia el exterior.
Con todo, los expertos señalan que los beneficios del desarrollo de una buena diplomacia cultural son múltiples y en muchas direcciones. En primer lugar, hacia el fortalecimiento de la cohesión interna —ante más reconocimiento, mayores niveles de respeto y estima por parte de sus gentes—. En segundo lugar, el protagonismo que pueda tomar la diplomacia cultural juega a favor del fortalecimiento de la diversidad global, así como la construcción y el mantenimiento de opciones alternativas a los canales oficiales.
En síntesis, la diplomacia cultural se está convirtiendo en una de las principales herramientas a disposición de la diplomacia pública para cambiar percepciones, romper prejuicios y plantear visiones sobre lo propio diferentes.” (Documento elaborado por Observatorio Vasco de la Cultura)