Escrito por:
*Luis Manuel Muñoz Lemus y
Walter Enrique Gutiérrez Molina
Publicado en Diario de Centroamérica
-8 de abril de 2017-
Exactamente al transcurrir un año de trabajos, el 29 de marzo de 2017, en entrega oficial, tanto Jesús Nazareno como San Felipe Neri fueron devueltos a sus encargados para que, con el cuidado propio de estas dos insignes obras, el patrimonio espiritual y cultural del país continúe recibiendo el culto que se les rinde en su templo del barrio más antiguo de la ciudad de Guatemala.
Esta inigualable oportunidad de conocer el interior de ambas tallas con los procesos más modernos que la tecnología permite ha propiciado un diálogo con la historia del arte, mismo que reconoce que esta se sigue escribiendo y que no es de ninguna manera una ciencia congelada que no acepta nuevos aportes, permitiendo justamente que la obra de arte hable por sí misma y cuente en parte su historia, ponga en duda los aportes de los documentos o los confirme.
Al concluir este proceso, la autoría de ambas esculturas adjudicada a Alonzo de la Paz y Toledo hacia 1696-1697, así como el encarnado al maestro Joseph Mazariegos, debe ser revisada nuevamente. Si bien es cierto se esperaría que la historia de ambos avance, se podría afirmar que al concluir dicha intervención las dudas pueden redirigir los procesos de investigación para formular nuevas tesis.
El estado de las imágenes
La de San Felipe es una escultura originalmente de bastidor, se le agregaron piernas y pies, también le cambiaron los ojos por los que ahora luce, y por consiguiente el color del encarnado, para “modernizarlo” de acuerdo con el gusto y la moda del momento, en pleno siglo XX.
En el caso de Jesús Nazareno, su modificación más evidente fueron los ojos, que originalmente formaron parte de la talla en madera y pintados, pero hace mucho, quizás a consecuencia de los terremotos del siglo XVIII, se aprovechó para cambiarlos por los de vidrio que ahora luce, y también su encarnado fue intervenido, conservando la paleta de colores propia de su época y los detalles de la sangre, correspondientes a ese mismo período estilístico. Con los estudios actuales se comprobó que su posición fue ligeramente modificada, variando la inclinación del torso y la posición de las piernas, presumiblemente en un momento en que el barroco demandaba aún más dramatismo del que ya contaba en su origen.
A pesar de que la devoción a Jesús Nazareno se ha mantenido, el paso del tiempo vulneró su presencia, que ya lucía muy lastimada, sucia y con evidentes problemas de conservación. Por su parte, el culto a San Felipe Neri se vio mermado, al punto de que fue cedido por la Iglesia, como pago de una deuda, debiendo intervenir las autoridades para su recuperación, en 1996.
Es totalmente seguro que quienes han tenido a su cargo el cuidado de estas imágenes lo han hecho con la mayor devoción y la mejor de las intenciones; sin embargo, algunas veces la manipulación inapropiada, el descuido involuntario o los pocos recursos para su adecuada preservación, causaron deterioros cada vez más visibles y preocupantes.
Otros detalles
Fundamental para el proceso de diagnóstico del estado de ambas esculturas fueron los estudios radiológicos, exámenes de luces y pruebas químicas. La talla de San Felipe Neri era totalmente inestable, apoyado sobre una tabla y sujeto a una tranca de madera y alambre. Los goznes rotos e irrecuperables, los exámenes confirmaron siete dedos hechos de yeso en sus manos.
*Maestría en Historia del Arte,
Universidad de San Carlos de Guatemala