Compilado por:
Lic. Max Araujo
Ex Viceministro de Cultura
Experto en Legislación Cultural
Ahora que nuestra América ha surgido al mundo con una identidad propia, resultado de un intenso proceso intercultural donde han convergido y se han fusionado naciones, lenguas, religiones y saberes podríamos preguntarnos ¿de cuánto poder intangible dispone América Latina?Las manifestaciones culturales que surgen de las fuentes americanas tienen una buena acogida en el mundo. Por referirse solo al ámbito literario, si escritores conocidos en el mundo como Miguel Ángel Asturias, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez y Octavio Paz no hubiesen construido su imaginario con signos distintivos de la región, Machu Picchu (Perú), Macondo (Colombia), o la Piedra del Sol (México), tal vez no habrían logrado esa fuerza expresiva reveladora de mundos, que los hizo merecedores del Premio Nobel. Somos un continente con un imaginario pródigo, como sí viviéramos en una edad literaria. Esa fuerza creadora se encuentra recogida en las diferentes artes.
En la narrativa, los escritores han contribuido a levantar un universo simbólico que los distingue en el mundo. Semejante atracción ejercen hoy la música, la pintura y las comidas de América Latina .Conocidos compositores e intérpretes como Chico Buarque, Silvio Rodríguez, Agustín Lara, Carlos Gardel, Carlos Santana, Violeta Parra, Astor Piazzolla, Alberto Ginestera, Heitor Villa-Lobos, Leo Brower, Daniel Baremboím, José Asunción Flores, Martha Argerich, Raúl García Zárate, Claudio Arrau, Vinicius de Moraes, Agustín Barrios, Miguel Ángel Estrella, Cucho Valdés, Chabuca Granda, traducen en géneros distintos la riqueza melódica de los campos y las urbes latinoamericanas, incluidas por supuesto las del Caribe.
Por suerte en la región no hacemos separaciones tajantes entre música culta y música popular. América Latina ha sabido preservar un estilo melódico y una cultura del cuerpo. Hoy el mundo baila al ritmo de la salsa caribeña, del bolero mexicano, del son cubano, de la cumbia colombiana, de la marinera peruana, del tango argentino. Millones de parejas aprenden en el mundo a bailar estos ritmos. Son expresiones de la convivencia latinoamericana, que generan buena imagen, empleo y desarrollo económico.
No hay que olvidar la gastronomía, que muestra las habilidades alquímicas de la región, que va siendo más y más apreciada en todas partes, pues se instalan y proliferan por el mundo coloridos restaurantes que dan a conocer el sabor latinoamericano en toda su diversidad, satisfaciendo a los paladares más exigentes. Un arte culinario que congrega a las cocinas autóctonas y las cocinas criollas, surgidas de esa prodigiosa confluencia con las tradiciones ibéricas, árabes, africanas y orientales.
En el ámbito de la reflexión y de las ideas, son numerosos los intelectuales e investigadores de nuestros países que contribuyen con sus estudios y sus publicaciones a los más importantes debates en el mundo, participando a la conformación de una nueva mentalidad crítica y constructiva.
Baste recordar que en las últimas décadas nuestra región produjo algunas grandes corrientes de pensamiento como la filosofía de la liberación, la teología de la liberación, la pedagogía del oprimido, la sociología de la pobreza, los estudios de cultura popular, la economía informal, entre otros, sobre los que se han producido centenares de libros y tesis en diferentes partes del mundo.
Cabe mencionar los íconos del patrimonio cultural tangible e intangible, desde los ancestrales sitios arqueológicos, hasta los numerosos centros históricos de las ciudades más importantes del continente, sin olvidar la diversidad lingüística, que reúne idiomas de origen americano, africano, europeo, asiático, las leyendas y tradiciones orales, las hermosas y útiles artesanías, sin olvidar los saberes tradicionales y endógenos tan apreciados hoy en día, en especial en el campo de la salud tradicional.
Para Montiel América Latina es un continente cultural, donde se han congregado todas las eras imaginarias del mundo. El desafío es cómo poner este excepcional acervo cultural al servicio de las relaciones internacionales, del diálogo entre las naciones y del desarrollo compartido. Un patrimonio que hace de América Latina una región que dispone de grandes reservas de poder intangible. Es por ello que Montiel señala que:
“La realización de una diplomacia cultural requiere ciertas adaptaciones en el nivel institucional. Como se trata de comunicar al exterior una obra colectiva, como es la cultura de una nación, esta diplomacia tiene que ser altamente participativa, atenta a las producciones artísticas, culturales, intelectuales y científicas de la comunidad nacional, y establecer una relación fluida y democrática con los creadores, sea que estos estén dentro o fuera del país. Saber identificar el lado auténtico, innovador, esmerado, novedoso de las creaciones y saber presentarlas para hacerlas atractivas, tomando en cuenta que la globalización ha generado una sensibilidad ávida de novedades en todos los ámbitos. Un servicio con un agregado cultural o un consulado (que incluya funciones de promoción cultural) resulta una estructura limitada. Esta realidad invita a repensar a fondo la modalidad cómo se podrían reorientar estos servicios tanto en las Cancillerías como en las embajadas…….¿Por qué no asociar a los connacionales que se distinguen en estas actividades en el país huésped a que actúen como mediadores culturales? Este tipo de nombramiento no otorga estatuto diplomático alguno, como el caso del agregado cultural ad honorem. Se considera mediador a una persona con habilidades para transferir –hacer pasar- un saber o una estética de su propia cultura a otra distinta” (Solórzano, Foppa. Julio. Informe de una Consultoría elaborada para el Ministerio de Relaciones Exteriores en 2010 -Documento inédito-).
Nota. Todos los textos anteriores no son del autor de este trabajo