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Escribe:
Rosina Cazali
Publicado en NÓMADA
16 de febrero de 2018

Hablemos un poco sobre ese proyecto descabellado de llevar al NuMu (el huevo) para que haga su debut en el 
LACMA. ¿El proyecto es parte de una exposición más grande?
Bueno, es como una travesía a lo Fitzcarraldo en la búsqueda del Dorado. (Risas) No, en serio, una réplica del huevo va hacer la travesía de 3,000 millaspor tierra. Vamos a cruzar dos fronteras, con paradas previas en Comalapa y Oaxaca, las ciudades de México y Guadalajara, así como varias playas sobre el camino y algunos barrios de Los Ángeles. El proyecto es parte de una gran exposición curada por José Luis Blondet, Rita González y Pilar Tompkins Rivas para el LACMA, con el título La historia universal de la infamia.

¿Y qué va a llevar el NuMu en su maleta?

Artistas de Guatemala con los que hemos trabajado, seguro. A lo largo del viaje estará montada la exposición ‘Paisaje sonoro’, de Joaquín Orellana. En cada lugar que paremos, realizaremos nuestras famosas visitas guiadas ‘de dos minutos’, así como otras actividades paralelas con la idea de llegar a todo tipo de públicos a lo largo del viaje. Tres meses después, y ya en Los Ángeles, volveremos a presentar la ‘Retrospectiva’, de Regina José Galindo, para familiarizar al público de esa ciudad con su trabajo.

De alguna manera, con este protagonismo, el huevo vuelve a poner el dedo en la llaga: no hay un espacio específico para la importante producción de arte contemporáneo que se está generando en Guatemala. ¿Quién debería de responsabilizarse por ese vacío?

El Estado, pero no lo va a hacer. Hay muchas cosas que faltan, pero como sociedad no logramos articular esfuerzos, no logramos valorar la importancia del arte contemporáneo, ni mucho menos consensuar una postura centralizada, para exigirle a esos espacios y apoyos al mismo Estado. Sin embargo, el caso ideal es que existiera una serie de espacios y apoyos para la cultura contemporánea, para gozar de un discurso plural con todo tipo de puntos de vista y manifestaciones.

Tu relación con el gran mercado del arte y las ferias internacionales es algo que no puede pasar desapercibido. ¿Cómo rescatas el valor de la obra de arte en medio de ese escenario tan asediado y muchas veces confuso?

Proyectos Ultravioleta transitó hacia un modelo híbrido hace tiempo. Afuera, las ferias y su intenso ruido, son espacios de encuentro donde llegan curadores, críticos, profesionales del arte… y artistas. Pero es una plataforma que necesitamos para mostrar lo que hacemos en UV y adquirir fondos para los proyectos. Somos parte de esos circuitos para generar economías para los artistas pero también para poder generar en Guatemala las exposiciones que pensamos que “tienen que suceder”, o sí o sí. Por ejemplo, esta exposición de Fernando Iturbide no sería posible sin esos recursos. Nada está a la venta pero estamos convencidos que las nuevas generaciones necesitan conocer esta obra. Para aprovechar la industria del arte hay que estar preparados, para no dejarse llevar por sus frivolidades.

Si tuvieras que escoger una exposición que mejor te explique Guatemala, ¿cuál sería?

Quizá el proyecto curado por Cecilia Fajardo-Hill para la Bienal Paiz. Ésta fue un esfuerzo honesto e inteligente para abrir el debate sobre algunos de los temas más complejos de nuestra sociedad, a través del trabajo de un gran número de artistas nacionales e internacionales.

Una película.

Marimbas del infierno, de Julio Hernández.

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