Escribe:
Rosina Cazali
Publicado en NÓMADA
12 de febrero de 2018
Para su formación. El arte desde el Tercer Mundo (o el viaje en un huevo a Los Ángeles). En el interior de un bodegón situado en una esquina del Centro Histórico, cubierto de graffitis por fuera y lo que va quedando del viejo Aserradero Italiano por dentro, se encuentra Proyectos Ultravioleta, el espacio de arte contemporáneo que inició su propia leyenda en el altillo del teatro Lux en 2009.
Esta entrevista es a Stefan Benchoam, uno de los muchos implicados en la presentación de la Sinfonía del Tercer Mundo del maestro Joaquín Orellana en Kassel y Atenas. Junto a su socia, la artista Jessica Kairé, ahora quiere llevar el único museo de arte contemporáneo de Guatemala, el NuMu, el huevo, hasta el Museo LACMA e Los Ángeles.
¿Cómo interpretás esa ambivalencia, donde pareciera que afuera hay mucho aprecio por lo que se está haciendo en Guatemala y, aquí pareciera que todo sucumbe, que todo se reduce a fricciones, descalificaciones, estereotipos y prejuicios sobre la producción del arte contemporáneo?
Sí, tenés razón. Al público local generalmente le cuesta comprender el valor de lo que pasa aquí y los aportes de esas nuevas corrientes. La hostilidad y los prejuicios hacia la producción del arte actual abundan. Por otro lado, esas fricciones locales se me hacen muy interesantes. Significa que hay incidencia y engranajes que se están moviendo. A pesar de que afuera se está hablando mucho sobre el fenómeno “Guatemala”, para mí lo más interesante es cómo y por qué se gesta toda esta dificultad, desde aquí.
Pues, en medio de tanta dificultad, estamos observando una inusual expansión de espacios y proyectos que trabajan en la vía del arte y el pensamiento. Para ti, ¿cuáles son los referentes imprescindibles, en la capital o fuera de la capital, que funcionan o dejaron de funcionar?
Yo diría que, en lo primero que hay que fijarse es que, por primera vez en nuestra historia, nos encontramos con una escena descentralizada. En ese sentido hay que ponerle atención a un proyecto como Kamin en Comalapa, lo que fue Ciudad Imaginación en Xela y LEA en Totonicapán, que se reactiva de vez en cuando. En la capital me encanta el posicionamiento de Diego Sagastume y Gabriel Rodríguez para gestionar, sin pretensiones, un espacio como Sótano 1. También apuntaría hacia C41 en Antigua y por arriba de todos, la labor del CAP. Lo que ahí están produciendo no tiene precedentes.
¿Te refieres al Creatorio Artístico Pedagógico, el proyecto dirigido por Esperanza de León y Flor Yoque? ¿De qué manera trasciende el CAP los modelos de formación clásica y académica de las artes en Guatemala?
Primero hay que recordar que, a lo largo de la historia, la ENAP (Escuela Nacional de Artes Plásticas) ha tenido sus momentos. Pero eso ha dependido, principalmente, de los buenos maestros que han pasado por ahí.