Escribió:
Manuel José Arce
Diario de un escribiente *
“¡Todo el peso de la justicia debe caer sobre José Ernesto Monzón, porque ya es mucho y porque no escarmienta! La justicia debe ser ineluctable, en este caso. No es así no más eso de andar sembrando mensajes por todos los municipios del país. No es así no más eso de pasar ya de la sesentena de años y continuar como adolescente incorregible, en la inveterada práctica de toda la vida.
Si José Ernesto Monzón fuera ciudadano como la mayoría, a estas alturas estaría gozando de la consideración general, con un honroso retiro, viviendo acaso de sus rentas, en paz y tranquilidad.
Pero no. Es un obstinado. Un fanático. Y el peso de la justicia debe caer sobre él, lo antes posible. Antes de que sea demasiado tarde. Ante todo la justicia debe cumplirse con gentes así. Dejar caer su peso, insisto.
Pero como no siempre el peso de la justicia debe ser el del plomo homicida, ni el del hierro de las cadenas. El oficio de Chepe no se toma en cuenta, no se remunera, no es materia contabilizable.
Chepe Monzón es geógrafo. Chepe Monzón es jilguero cruzado con guardabarranca. Chepe Monzón es un Don Juan de los caminos, que se ha pasado la vida enamorando a su tierra, de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, de paisaje en paisaje. Es el verdadero autor del “Mapa en relieve” musical y lírico de Guatemala.
Anda sembrando cantares en el aire, cantares populares que, para cada lugar de la patria, son como pequeños himnos locales, cantares que siembran orgullo y amor en los moradores de cada rincón por su pedazo de tierra, de cielo, de aire.
Tiene pinta de colibrí motorizado: va menudo, nervioso, infatigable, a veces sobre su rauda y ágil motocicleta, a veces cuando el camino o la vereda así lo demandan con la moto a tuto, sacando miel de todos los poros del país. Ha trascendido las fronteras chapinas. Ha conquistado lauros para su pueblo en otras naciones.
Ha lanzado su canto más allá de la sombra de nuestras ceibas. Es un muchacho vital canoso, con alma de poeta y de marimba, que no regatea nada, que ha dado todo a lo largo de su vida.
Después -y ojalá dentro de muchísimos años- vendrán los homenajes, las glorificaciones, el oropel vacío con el que queremos lavarnos la conciencia en un minuto a cambio de nuestra indiferencia permanente. Hagámosle justicia hoy, HOY, a Chepe Monzón. Ajusticiémosle. Démosle su merecido”.
* 5 de junio de 1,978
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A Don José Ernesto lo conocí, gracias a su hijo Renato, hombre de cabales puros,letrado, genuino,como los hombres del ayer, de palabra y de mano,nunca olvidaré su decencia y su pasta de luchador.