Autor:
Guillermo Marín Ruiz
Tomado de:
Manual Básico del Promotor Cultural
24 de abril de 2018
Si todo lo que hace el ser humano es cultura, podríamos aproximarnos a un esquema que nos permita hacer accesible el entendimiento de un concepto especialmente abstracto.
A través de un círculo abarcaríamos todo el “hacer” humano lo que no está dentro del círculo, sería la “naturaleza en estado virgen”. Pero todo lo que hace el ser humano, podemos afirmar que una parte es biófila, porque enaltece y desarrolla la vida; y otra parte es necrófila, porque destruye y degrada la vida. De la misma forma, dentro de ese círculo que representa todo el hacer humano, podemos afirmar que una parte está encaminada a resolver las necesidades de orden material, para asegurar la sobre vivencia y la otra parte, está encaminada a tratar de solventar las necesidades de carácter espiritual o intangible.
Porque tanto los individuos como las sociedades, enfrentan necesariamente, después de resolver los problemas de tipo material, los problemas de orden intangible, que tienen que ver con la “trascendencia” del “SER” y que generalmente se resuelve a través de los valores universales de lo humano, como es el amor, la amistad, la solidaridad, la fraternidad, fuerzas espirituales que subyacen en el fondo de la mayoría de las tradiciones, fiestas, usos y costumbres de los pueblos.
Si a este círculo con sus cuatro compartimentos dos materiales, uno biófilo y otro necrófilo y dos espirituales o intangibles, también uno biófilo y el otro necrófilo. Podemos trazar un triángulo equilátero, significando la búsqueda y desarrollo de la humanidad. Desde una base material, elevándose para encontrar el vértice superior de su evolución y en su caso, también de destrucción.
En este esquema suponemos de todo lo que hace la humanidad es cultura. Pero encontramos una parte biófila material (A), preocupara por producir los satisfactores materiales de la sociedad (alimentos, casas, herramientas, vestido, etc.) que aseguran la sobre vivencia material. Pero de igual manera, existe una producción material necrófila (B) con la que se destruye y daña materialmente a la sociedad (armas, drogas, alimentos y productos “chatarra”, etcétera).
Tenemos también, una parte biófila espiritual (C), preocupada en favorecer los procesos individuales y sociales de la “trascendencia del SER”, razón y esencia de la existencia (la religiosidad, la sabiduría, “LA CREACIÓN ARTÍSTICA”, las tradiciones, fiestas usos y costumbres, etc.). Pero también encontramos su opuesto, necrófilo (D), en un encauzamiento negativo de la inteligencia y los sentimientos hacia la producción y reproducción de ideas y sentimientos destructivos, que afectan al ser humano en lo individual y en lo colectivo, (consumo, racismo, violencia, individualismo, xenofobia, etc.).
El desarrollo cultural se encuentra ubicado en el ángulo superior del desarrollo biófilo de las fuerzas espirituales del ser humano y la sociedad. La llamada Cultura popular y las artes, están encaminadas a alentar el acrecentamiento de los niveles de la calidad de vida, a través del desarrollo espiritual de un pueblo. Por ello el Promotor Cultural no es y no puede ser tan solo, un promotor de artistas o un promotor de espectáculos artísticos…únicamente.
El Promotor cultural es un AGENTE DEL DESARROLLO CULTURAL, y su trabajo está encaminado a elevar la calidad de vida de la comunidad a través de la revalorización de las tradiciones y costumbres, fortalecer la memoria histórica para acrecentar la identidad cultural, apoyar la sensibilidad y creatividad de las personas y niños en especial, para que a través de la exploración de las artes la educación sea integral formando ciudadanos sensibles y conscientes de su patrimonio histórico, artístico y cultural.
En síntesis, trabajar con la población para HUMANIZAR EL DESARROLLO MATERIAL-ECONÓMICO, ABRIENDO ESPACIOS PARA FORTALECER LA IDENTIDAD CULTURAL, RECUPERAR LA MEMORIA HISTÓRICA Y AMPLIAR EL MARCO DEMOCRÁTICO ENTRE SOCIEDAD Y ESTADO.