Tomado de:
Redes Culturales: Una introducción
David Casacuberta
Ángel Mestres
Portal Iberoamericano de Gestión Cultural
23 de octubre de 2017
Es también importante saber utilizar con propiedad las herramientas digitales. Un ejemplo muy claro son los correos electrónicos. La forma masiva en que ha aumentado el volumen y flujo de correos electrónicos (olvidándonos incluso del fastidioso spam) se debe en buena parte al uso nada reflexivo que hacemos de éste. Mensajes donde se pide una información para una hora después indicar que ya no la necesitamos pero sí necesitamos otra, mensajes escritos mientras se está haciendo otra cosa y que luego resultan muy complejos de analizar, etc.Usada con propiedad, la tecnología puede ayudar a facilitar las relaciones de confianza entre miembros. Sistemas que aseguren que la persona con la que hablamos es realmente la que indica la etiqueta, formas de valoración compartida de contenidos que nos aseguren de que realmente son útiles ya que otros usuarios lo han utilizado, sistemas de recomendación de contenidos nuevos a partir de las selecciones de otros usuarios, etc.
No hay que olvidar nunca la parte de investigación. En lugar de simplemente aplicar un modelo tecnológico que hemos visto en otro sitio y que parece que funciona vale la pena investigar nuestra red. Intentar establecer qué reglas sociales básicas se utilizan en la red para guiar la interacción social y trasplantarlas a la herramienta digital que queremos construir para dar apoyo a la red en cuestión.
Algunos beneficios de la red.
¿Por qué se ha instituido esta red en primera instancia? ¿Qué busca? Esta pregunta es más importante de lo que podría parecer: una disonancia entre los objetivos finales y los beneficios que realmente se obtienen acaba generando inevitablemente un paro del funcionamiento en red que acabará llevándola a su disolución.
Una red puede funcionar puramente en un sistema de economía de la atención.
Los productos de la red se liberan de forma gratuita entre sus miembros y/o el público en general y la que gente que participa de forma gratuita en el desarrollo de esos productos obtiene su beneficio atrayendo la mirada de personas, lo cual puede ser útil después en su vida social o profesional. Estas redes tienden cada vez más a modelos como Creative Commons, Licencias Copyleft/GPL para el mundo del software, etc. para asegurar que lo que se ofrece de buena fe a la comunidad para conseguir atención no se reutiliza de forma comercial sin reconocer a los verdaderos autores del producto.
Un ejemplo interesante de esta red es Our Media (www.ourmedia.org) un espacio
de distribución de documentales de corte activista bajo licencia Creative Commons en el que los autores buscan el reconocimiento para poder desarrollar proyectos de documental social financiados.
Sin embargo, no todas las redes han de funcionar así necesariamente. De hecho, sólo unas pocas redes van a convertirse en hubs, atrayendo la mayoría de la atención. Si todas las redes atraen al público por igual, no tiene mucho sentido entonces el esfuerzo individual de crear contenidos. Así pues, es necesario establecer otros mecanismos que garanticen el beneficio de los participantes en la red, ya sea en especies o monetariamente. Podemos indicar los siguientes mecanismos básicos:
– Pago de los usuarios de una cuota fija o variable de suscripción para poder acceder a estos contenidos. Después los beneficios se reparten entre todos los creadores de contenido. Es uno de los primeros modelos y todavía el más estándar. A cambio del pago, se ofrecen unos productos exclusivos y para competir con el producto pirata se ofrece un sistema de búsqueda muy ágil e intuitivo que permite localizar el producto deseado de forma rápida y eficaz.