Escribió:
Haroldo Rodas +
Doctor en Historia
Después de atender los aspectos internos está un orden más relevante, conservar ejemplos de todos los turnos, carteles promocionales de sus eventos, en especial de las procesiones. Se suman los programas de mano de marchas y explicación de adornos tanto de velaciones como de procesiones, si es el caso de las hermandades de la Antigua Guatemala, que prestan similar interés y cuidado por estas actividades paralelas, no así en la ciudad de Guatemala donde esta labor es más dirigida a la gran conmemoración de las procesiones.
En el caso de Quetzaltenango las hermandades dirigen su actividad a velaciones, procesiones y otros eventos particulares como acciones al interior de las cofradías. En el altiplano se registran además otros aspectos de gran relevancia, como lo son los cuadros vivos, que exigen la conservación de los diálogos teatrales, así como una guía de los platillos preparados para conmemorar los días santos al interior de cada hermandad, situación que no se da en el resto del país.
A este registro documental debe agregarse la conservación del legado gráfico, antes en su mayoría sólo con un repertorio fotográfico, al que se suma en la actualidad un orden fílmico, tanto de celuloide como digital. Ese viene a constituirse en un soporte trascendental, ya que es el que permite reconstruir la evolución de los cortejos y la participación de todos los ciudadanos en cada momento de la historia.
Los registros gráficos dejan además un valor significativo de la presencia de los altareros, un valor artístico poco valorizado, pese a ser uno de los más importantes en el desarrollo de los cortejos, ya que permiten visualizar problemas de orden social y político en cada momento de su ejecución. Lamentablemente hoy muchos de estos efectos constructivos de las andas son tan solo decorados que no tienen la vitalidad artística y creativa, pero a pesar de esto es necesario dejar una huella gráfica de los mismos.
Dentro de este mismo reglón hay que conservar un perfil de las personas que han contribuido a ejecutar estas obras, ligarlos a cada uno de sus momentos para fijar un conocimiento preciso de su perfil biográfico, de su vida, y ante todo de su formación, aunque autodidacta o indirecta de otros altareros que les han antecedido, para entender por qué esta actividad se ha visto menospreciada en los últimas décadas y se le ha colocado como un desarrollo decorativo y no precisamente artístico.
Problemas que se afrontan
Desde luego conservar estos valores para reconstruir la memoria histórica de una hermandad contempla muchísimos tropiezos, entre estos en primer orden la incomprensión a veces de los mismos miembros de la agrupación, que no ven en ello ningún interés ni trascendencia. En segundo la falta de capacidad de entablar un diálogo preciso con las autoridades de su iglesia, o parroquia, según el caso, solicitándole al presbítero encargado un espacio fijo para conservar esta papelería o bien, contar con un espacio físico afuera del templo donde se preserve adecuadamente, ya que de lo contrario puede ser vista con menosprecio y desinterés.
Por otra parte esta papelería pasa de manos de una directiva a otra, y muchas veces los nuevos miembros no ven con importancia conservar una idea de lo ejecutado por los grupos que les antecedido ya que no hay que dejar evidencia si ello fue mejor de lo que actualmente se realiza.